
Se siente el frío del tiempo y el sonido insoportable del desorden. La voz de la ventana quiebra mi vértigo. Sigo perdiendo altura. Mis piernas no avanzan. Mis manos no se detienen.
Las penumbras, un sonido argentino, el mareo de mis lados: todo continúa en mi falsa percepción del sueño. Reseca, la luna se abre y me incita al desastre de mis emociones.
Ojalá que el verso no termine tan pronto como los deslices del cuerpo que contradicen mis cadenas.
Agacho la cabeza reconstruyendo el camino del temblor.
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