miércoles, 18 de junio de 2008

Mujer y gata

La sorprendí jugando con su gata,
y contemplar causóme maravilla
la mano blanca con la blanca pata,
de la tarde a la luz que apenas brilla.

¡Como supo esconder la mojigata,
del mitón tras la negra redecilla,
la punta de marfil que juega y mata,
con acerados tintes de cuchilla!

Melindrosa a la par por su compañera
ocultaba también la garra fiera;
y al rodar (abrazadas) por la alfombra,
un sonoro reír cruzó el ambiente
del salón... y brillaron de repente
¡cuatro puntos de fósforo en la sombra!

Paul Verlaine

El Gato (I)

A tal punto su timbre es tierno y discreto;
pero, aunque, su voz se suavice o gruña,
ella es siempre rica y profunda :
allí está su encanto y su secreto.
Esta voz, que brota y que filtra,
en mi fondo más tenebroso,
me colma cual un verso cadencioso
y me regocija como un filtro.
Ella adormece los más crueles males
y contiene todos los éxtasis;
para decir las más largas frases,
ella no necesita de palabras.
No, no hay arco que muerda
sobre mi corazón, perfecto instrumento,
y haga más noblemente
cantar su más vibrante cuerda.
Que tu voz, gato misterioso,
gato seráfico, gato extraño,
en que todo es, cual en un ángel,
¡Tan sutil como armonioso!

Charles Baudelaire (Francia, 1821 - 1867)

El Gato

Ven, mi hermoso gato, cabe mi corazón amoroso;
retén las garras de tu pata,
y déjame sumergir en tus bellos ojos,
mezclados de metal y de ágata.
Cuando mis dedos acarician complacidos
tu cabeza y tu lomo elástico,
y mi mano se embriaga con el placer
de palpar tu cuerpo eléctrico,
veo a mi mujer en espíritu. Su mirada,
como la tuya, amable bestia,
profunda y fría, corta y hiende como un dardo,
y, de los pies hasta la cabeza,
un aire sutil, un peligroso perfume,
flotan alrededor de su cuerpo moreno.

Charles Baudelaire (Francia, 1821 - 1867)

martes, 10 de junio de 2008

Y así es como me enfermo:
viendo al alma alimentarse de otras bocas
y estremecerse con mis nuevas y mejores agonías;
hurgando en los bolsillos de tu historia...

Así es como evito -y me invito a-
involucrarme en esas ganas de morir entre tus sienes,
en mi sangre que nos bebe su condena,
en esa fuerza que me arranca de las sábanas
para sacudir mis certezas cada vez que me hablas
y en mí pretendes celebrar.

lunes, 2 de junio de 2008

Aún respiro y no consigo que me abrace en resistencias.
Aún no duermo y me entierro en cada beso
que inclina con despecho hacia mi vientre.
Hoy no miento... y aún presiento
que no puedo concluirme sin saberme despiadada en sus placeres.
Allá donde yo era tiempo,
donde no me conocía y
aprendí a usar los dedos para abismarnos y desaparecer.